domingo, 7 de julio de 2013

Hombre precavido . . .




La semana pasada me regalaron un bote de remos,
como yo soy muy atrevido, enseguida me hice a la mar
y me puse a remar . . . Le metí una hostia al velero que
tenía justo detrás que si llega a estar el dueño me mata
-o por lo menos lo intenta-.
Después de mi primer fracaso -u hostiazo, como queramos
llamarlo- le he puesto al bote dos retrovisores de un viejo
seiscientos que he encontrado en un desguace de coches.
La gente se ríe cuando me ve en el bote remando hacia
detrás con los espejos retrovisores pero ya se sabe que
"Hombre precavido. . ."

6 comentarios:

  1. Y es que en la mar las calles son anchas, pero no están señaladas las líneas continuas o discontinuas y todo es muy lioso. ¡Cuidadín!
    Un abrazo.

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  2. Eso se tiene que parecer a un "600" en el agua.

    Saludos

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  3. jajajajaja........ eres único en tus historias Paco.... Consígeme un par de esos para ponérselos a mi alfombra mágica jajaja...

    besitos amigo

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  4. Si los espejos son de un seiscientos, no hay problema, puedes hasta dar la vuelta al mundo.

    Una historia refrescante para estos calores que tenemos.

    Un abrazo.

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  5. Pues desde luego que es una originalidad, pero como bien dices: "hombre precavido..."
    Un abrazo.

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  6. Pues hay que seguir "tuneando" ese bote...Yo continuaría por alarma acústica de aparcamiento o amarramiento.
    Dentro de poca te va a parecer a Costeau...Lo digo por lo de la inmersión forzosa.
    Abrazos.

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