miércoles, 28 de mayo de 2014

Mañana.

     Con el alma desgarrada y la soledad por compañera, el jardín se me muestra extraño y augura un silencio que no me atrevo a romper. La flor, incendiada en mi pupila, arranca deseos que me queman; deseos que consumen  fuerzas, deseos que son malditos, deseos que sólo son deseos... sólo deseos. Y la nívea Luna aparece para aplacar el ardor, ciega el fuego para envolverlo en su frío tul. Sólo una lágrima resbala por mi mejilla, la deseo, la deseo tanto que me abandonan las fuerzas. Mañana, siempre mañana.
 




4 comentarios:

  1. Los silencios son siempre un tanto extraños. Algunas veces benéficos y otros todo lo contrario.
    Un abrazo.

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  2. Mi estimado Paco:

    Hay en este texto el mensaje del ser que se debate en el dolor de la soledad; el deseo asalta, quema en la carne y deja cicatrices en el alma. Tu texto, de alguna manera, me ha hecho recordar al gran poeta chileno Pablo Neruda y su poema XX:
    "...Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
    Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
    Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
    Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

    Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
    La noche está estrellada y ella no está conmigo.

    Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
    Mi alma no se contenta con haberla perdido..."

    Bien Paco, muy bien, cómo transmites sensaciones.
    Un abrazo.

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  3. Siempre está el mañana, pero como dice el refrán, "no dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy", puede que el mañana no llegue.

    Saludos

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  4. La soledad desgarra,, pero mañana amanecerá un nuevo día.
    Intenso, beso

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