martes, 30 de septiembre de 2014

Cosas que recuerdas.

    En la cola del paro, sí, ¡en la cola del paro! ¿Qué pasa . . .? Bueno,  pues eso. En la cola del paro, detrás de mí, un hombre no paraba de balbucear unas palabras que no alcanzaba a interpretar correctamente, parecía más que estuviera rezando. Al final me he dado la vuelta para preguntarle qué demonios estaba diciendo. El hombre, muy serio, me ha indicado con la mano la entrada a la oficina justo cuando el guardia ha salido para decir que ya no había números para hoy.
 

              —¡La procesión es larga y el cirio se acaba! —me dice dándose media vuelta tan serio como negro iba vestido.


Nota: esto me sucedió hace años- más de treinta-, ante las oficinas de la Inen, en Torrepacheco,  Ahora sería imposible pues hay que pedir cita por internet y, además, abrieron hace años nuevas oficinas en San Javier.
            

domingo, 28 de septiembre de 2014

Haikus encadena . . . dos.

 


   


     Inaugurar
     un nuevo amanecer
      asiduo cambio

      Decimonono
        hojas de papel blanco
       un nuevo mundo

jueves, 25 de septiembre de 2014

Impredecible ¿Cuestión de suerte?

    Ella se adentró en la cafetería, alisó su pelo, recompuso su rebeca y se sentó cruzando las piernas a la vez que colocaba en su sitio la falda para que nada quedara al aire, que no era cuestión de dar una imagen equivocada. Él enfiló su figura hacia la barra haciendo suyo el taburete de la esquina; ya establecido en su atalaya oteó la panorámica evaluando las posibilidades que se mostraban ante él: entonces fue cuando la vio.
  Lo tenía todo estudiado, una y mil veces repetido ante la caja tonta bien asentado en el sofá de la salita de casa: pasó su dedo pulgar por los labios, previamente humedecidos, con los ojos semicerrados pero con la mirada fija en su presa.
   Ella hizo un respingo con la nariz subida, apretó sus labios, dedicándole al susodicho galán una más que afilada mirada de estupor advenedizo -bien aleccionada, una y mil veces por su progenitora, muy  ducha en estos lances-, cambiando la postura de sus cruzadas piernas. En esas estaba, cuando al hacerse hacia detrás para coger equilibrio, la silla le hizo un extraño que la obligó a cogerse a la mesa pero con tanta mala suerte que todo su cuerpo se desequilibró viéndose lanzada hacia detrás sin socorro en su mano alzada al aire. Él, dándose cuenta de lo sucedido, saltó cual felino asustado desde su atalaya para prestar auxilio a la dama, más el destino le tenía agarrado el equilibrio y vino a dar de bruces con la susodicha señorita a la qué, sin querer, ayudó a caer hacia detrás con todo el impulso de los dos cuerpos apresados en la vorágine de la caída libre . . . Todos los presentes quedaron en suspenso a la vista de lo sucedido, nadie se movía por lo extraño de lo sucedido, hasta que del fondo del suelo, entre el tumulto de cuerpos, sillas, mesas y vajilla esturreada, la risa se hizo eco entre los dos contendientes, volviéndose carcajadas por momentos, era inexplicable pero cierto, estaban preparados para cualquier contingencia dentro de lo predecible, pero hay fuerzas que no podemos controlar. !Ah . . .¡ Ni el destino tampoco.

martes, 16 de septiembre de 2014

Crepúsculo y ocaso.

Ya se vislumbra el día,
amanece prendido en tus ojos
el resplandor celeste,
mientras mi alma cosida a tu sombra
desespera en la luz
de la umbría temprana
y arde al calor de aurora renovada.
Ansío la partida en barcos al pairo del ocaso,
donde los lances de almas
se llenan de misterios
y las gaviotas cortan el viento
en busca de aventuras,
donde sea la luna
quien nos cobije, envuelva y arrulle.
Quiero navegar por los mares
cuyas olas se visten de pasiones
y las estrellas rozan con sus puntas
las sábanas de los amantes.
Acortar mar y tierra,
ver morir el día entre dos cielos
que laten bajo nuestro regazo,
el ocaso y crepúsculo
que cohabita en tus brazos.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Desahucio.

   Juan echa un último vistazo a su ex-casa -ahora el dueño es el banco-, su mujer, Ana, le pasa el brazo por el costado y le agarra por el torso, sabedora de los momentos tan difíciles a los que se han tenido que enfrentar y que han culminado en este desastre: han perdido su hogar. ¿El culpable? como siempre dice Juan: El demonio . . . y la mala suerte, a partes iguales.
   Ana mira a su marido -porque es suyo- a los ojos-.

         - Cariño, ¿lo has recogido todo?

         - No. -contesta Juan con la mirada perdida intentando encontrar algo que quizás hubiera perdido.

         - ¿Qué te falta por recoger? Cariño. - dice Ana poniendo la voz más dulce del mundo.

         - Lo que no me puedo llevar . . . - contesta Juan con la voz temblorosa y una lágrima atisbando por entre sus ojos.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Tal cual.

En la cola del paro, miradas cómplices.

Con otra mirada, la luna es nueva.

El contorsionista se dobla sobre sí mismo, palabras encadenadas.

Tengo un ojo en la nuca y ni un retrovisor.

Tengo Superpoderes, yo los conozco, ellos a mí no.

La eterna manía de mirar hacia detrás, luces y sombras.

Sensaciones, todo por hacer.

Gula . . . ¡todo está tan bueno!

Lujuria . . . ¡todas están tan buenas!

Esperando en la estación del tren, todavía no ha pasado el mío.

Esperando en la estación de autobuses, se me ha escapado.

Por los rincones de la acera, cartones llenos de vida.

Llevo los faldones fuera, nadie me mira a la cara.

Tu cara me suena, tus hechos no. (estoy viendo la caja tonta)

Me duele la cabeza, mi mujer sigue jugando al Candy Crush.

¿Volver sobre mis pasos? no sé andar hacia detrás.

A los 52 años me encuentro perdido, ¡si es que Peter Pan ha hecho mucho daño!



lunes, 8 de septiembre de 2014

Amiga mía.

Casi mejor que vengas otro día,
hoy, no estoy.
Quizás pienses que es por ti
que tú tienes la culpa
¡algo he hecho!
retumbará en tu pensamiento.
Y así. no quiero verte.
Yo anhelo que tú descifres,
que intuyas mi presencia
como una sombra,
igual que un cayado en el que apoyarte
no aspiro a nada más . . .
Pero hoy, casi mejor que vengas otro día,
con esto no quiero que te vayas
pero sí que no tomes en cuenta
si te digo que hoy, quiero más,
no te ofendas,
no valores mal mis miradas
pues sabes que mi báculo es el tuyo
que tu risa es sólo mía
cuando soy yo quien la produce
y eso me duele, porque hoy quiero más,
y tú, tú eres mi amiga.
Sí, también me ofreces apoyo,
como a tantos otros,
pero hoy no quiero apoyarme en ti
hoy sería muy duro contarte lo que siento
compartir contigo mi angustia
pues cuando te miro se acrecienta,
se agranda tanto que me ahoga
y mi corazón se alboroza
desbocado, ladino.
Así que hoy quiero que entiendas
que busque algo más . . .
Por ello quiero que sepas,
siempre,
de mi apoyo sin condiciones,
de mi estima impertérrita . . .
y si puedo apoyarme en ti.


domingo, 7 de septiembre de 2014

Haikus de la espera -Busco trabajo-

       Soy puro inicio
siempre metido en ciernes,
         todo por ser.

                                        Busco trabajo
                                   sin tiempo de demora:
                                        espera agraz.

   Lista de espera
es ardua ocupación:
 sagaz paciencia
                                      El desempleo:
                                  ajuste de proyectos
                                       sin dilación.

    Nuevo trabajo:
flamantes aventuras
 de ideas nóveles.
 

martes, 2 de septiembre de 2014

Político mío. Carta abierta a.

  Político mío:

  Usted me ha engañado. Sí. Tal cual se lo digo: Usted ha abusado de mi confianza, me ha tomado por tonto -esta palabra debería escribirla con mayúsculas- y, además, se ha reído -y sigue haciéndolo- de mí.
  Al leer mis palabras, quizás que usted piense que es una carta más, en la que la injuria y los improperios serán en adelante lo que prevalezca, pero más allá de mi intención mezclar a la familia, y menos aún a la madre de uno, para satisfacer el hondo sentimiento que atenaza mi interior -eso es lo que estoy observando en los últimos tiempos-, así que no quiero que mi carta hacia usted sea una más llena de rencor, quiero escribirle de forma educada porque siempre me ha dicho mi padre que las cosas, dichas con educación, calan hondo y ponen la cara roja a la persona a la que están dirigidas.
  Para empezar, Político mío, deje que el primero en entonar el "mea culpa" sea yo, le dejé carta libre y usted me engañó, nunca debería haberlo hecho, tenía que haberme cuidado de usted, pero usted habla tan bien que me engatusó y olvidé hacerle un seguimiento para que esto no ocurriera. Teníamos, usted y yo, un pacto no escrito -ni firmado- en el cual yo me dedicaba a votar, ser un buen ciudadano, pagar mis impuestos, cumplir en mi trabajo y no alborotar recintos donde usted, Político mío, es el gallo del corral. A cambio, usted, Político mío, se ofrecía a representarme en todos los estamentos habidos y por haber -y si no, se crean nuevos-, además de administrar el estado y, sobre todo, de cuidar del bienestar de los ciudadanos, entre ellos yo. Además, en la letra pequeña, porque Político mío -todo contrato tiene letra pequeña-. Usted se responsabilizaba de cuidar del destino de mis impuestos, eso conlleva la vigilancia de lo que hacen sus congéneres. Sí, no me ponga esa cara de niñato insensato que no ha roto un plato en su vida, usted tiene que ser su propio vigilante, o no se da usted cuenta de que su compañero de al lado se ha comprado una mansión -a la que le ha invitado-. se ha comprado un yate de 21 metros -en el que usted se ha paseado-, ha echo mil viajes al confín del mundo -los cuales ha departido con usted con todo lujo de detalles-, tiene joyas en su casa como si de una joyería se postín estuviéramos hablando -las cuales usted ha alabado con toda clase de elogios-, ha asistido a sus comidas interminables, Oh, perdón, a sus almuerzos de trabajo -cosa que nunca he entendido, claro será porque yo, para almorzar, tengo que parar de trabajar.- que han terminado en una casa de . . . perdón no he querido herir sus sentimientos. Bueno a lo que íbamos: Usted Político mío ha transigido con la corrupción, bien por hecho, o por encubrir lo evidente y no denunciarlo. Así qué, Político mío, he de anunciarle que rompo mi contrato con usted. No, no se preocupe, no voy a pedirle que cambiemos los papeles y se ponga usted a trabajar y yo a . . . -bueno a eso que usted sabe mejor que nadie-. Todo lo contrario, le aviso qué, en adelante, no le voy a permitir que se salga de su rol para interpretar lo que a usted le venga en gana con total impunidad, más aún, le advierto que seré su más incondicional admirador en las cosas buenas pero también su más implacable azote en aquellas que nada tengan que ver con sus dotes políticas.
  Usted, Político mío, no sabe quién soy así que es justo que me presente, como prueba de buena voluntad, ante las refriegas que pudieran haber en adelante entre Usted, Político mío y yo. Soy un padre de familia de 52 años, con todo lo perdido ya dado por olvidado y todo por ganar. Me llamo Francisco Ferrer Carbonell y, en adelante, Político mío, mire usted detrás de su cabeza, allí donde la coronilla o la cola, según el sexo, tienden a plantarse. ¿Y sabe usted porqué, Político mío? Porque usted me ha engañado; ha abusado de mi confianza con total impunidad, ahora ya no me fío de usted ni aunque me dedique su más engatusadora sonrisa -por cierto, qué bonita sonrisa tiene usted-. En adelante me tendrá usted a su lado en lo malo, como siempre, pero permítame decirle que también en lo bueno estaré con usted, para vigilar las malas tentaciones, que en palabras populares, "haberlas haylas"

   Un cordial saludo en la seguridad de que éstas, mis palabras, no le han molestado, pues más allá de mi intención el que usted, político mío, se enfade ante mi carta, pero ha de tener en cuenta que sus actos pueden molestar a los ciudadanos como yo, cuando usted, Político mío se extralimita en sus funciones, encima se auto-protege y, para más "Inri", me toma por TONTO -ahora sí lo he escrito en mayúscula-. Y tengo que decirle que usted, Político mío ha confundido la inacción con la tontería y eso, Político mío, le aseguro que no volverá a suceder porque ni yo le voy a dejar, ni usted se irá de rositas.

 Se despide de usted, Político mío, su seguro servidor y, en adelante, su seguro, diligente y solícito acompañante.