jueves, 11 de septiembre de 2014

Tal cual.

En la cola del paro, miradas cómplices.

Con otra mirada, la luna es nueva.

El contorsionista se dobla sobre sí mismo, palabras encadenadas.

Tengo un ojo en la nuca y ni un retrovisor.

Tengo Superpoderes, yo los conozco, ellos a mí no.

La eterna manía de mirar hacia detrás, luces y sombras.

Sensaciones, todo por hacer.

Gula . . . ¡todo está tan bueno!

Lujuria . . . ¡todas están tan buenas!

Esperando en la estación del tren, todavía no ha pasado el mío.

Esperando en la estación de autobuses, se me ha escapado.

Por los rincones de la acera, cartones llenos de vida.

Llevo los faldones fuera, nadie me mira a la cara.

Tu cara me suena, tus hechos no. (estoy viendo la caja tonta)

Me duele la cabeza, mi mujer sigue jugando al Candy Crush.

¿Volver sobre mis pasos? no sé andar hacia detrás.

A los 52 años me encuentro perdido, ¡si es que Peter Pan ha hecho mucho daño!



3 comentarios:

  1. Una buena crónica urbana la que nos expones.
    La edad, por desgracia, no cuenta para sentirse perdido.Algunos como yo ( con más años que tú), no nos hemos encontrado aún del todo y me temo que a estas alturas ya no va a ser posible...

    Buen fin de semana Paco.

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    1. Gracias Joaquín lo has expresado mejor que yo -¿será la edad?-. Un fuerte abrazo.

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  2. Quizás Peter Pan se sonría al leer tus letras.
    Un abrazo.

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